Hablemos de la resistencia y la resignificación contra el olvido de las mujeres afganas tras el ascenso del poder talibán.
19 de junio de 2024
POR Nohemí García
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas, incluso cuando sus cadenas sean muy diferentes a las mías”. -Audre Lorde
Existir es resistir. En su histórica lucha por sus derechos, las mujeres afganas han obtenido importantes logros, como la educación, la autodeterminación y la prohibición de prácticas violentas contra ellas, entre otros varios reconocimientos y libertades. Con el ascenso del poder talibán advino una guerra contra ellas. Desde aquel agosto de 2021, las afganas se enfrentan a una ola de secuestros, trata, violaciones, opresión, exclusión de los lugares públicos, imposibilidad salir solas, expulsiones de las instituciones educativas e imposiciones de vestimenta. Como respuesta, las mujeres afganas se han manifestaron de diferentes modos, desde la campaña #DoNotTouchMyClothes —en el que dieron a conocer los vestidos y colores tradicionales que para ellas representa la cultura afgana— hasta la canción colectiva La Última Antorcha que entonaron en marzo del presente año —en la que señalan las limitaciones a sus vidas, la persecución política y las violaciones a derechos humanos que enfrentan en el régimen—.
En estas dos manifestaciones concretas, las compañeras nos muestran la insistencia de la resistencia. Denuncian el código de vestimenta impuesto por los talibanes —que consiste en burkas oscuros de cuerpo completo, incluyendo rostro— y el silenciamiento de sus voces y posibilidades de alegría. La imposición de una forma de vestir y el acallamiento de todo lo que tienen por decir son dos de las múltiples formas en las que el régimen talibán violenta, niega, invisibiliza e intenta someter a las afganas.
Las afganas claman y encarnan una memoria a través de la visibilización de sus colores y formas tradicionales, así como de sus letras, ritmos y poemas. Con su confluir y expresar, están afirmando la vida política: están diciendo sí a formas de resistencia y a la creación de una forma de hacer política desde el cuerpo y la conexión entre ellas. Hay un trabajo propio en la defensa de lo que para ellas es la cultura afgana: su ropa, su canto, el confluir de sus voces. Están creando otros valores que invierten los valores instaurados por los talibanes. Ellas abren espacios de libertad en los que las mismas mujeres pueden reinventarse, transformar el significado de su cultura y crear otras formas de existir. Explicitan que otras maneras de vivir, vestir y alzar la voz son posibles y necesarias. En contra de la indiferencia y el olvido del mundo, hagamos eco de la resistencia de las compañeras afganas por la autodeterminación, la memoria y la resignificación.
¡Venimos pisando fuerte y ya ninguna se queda atrás!
¡Alerta!
Nos quitaron de las calles, pero nunca de la lucha.
¡Alerta! – Colectiva Feminista Internacional