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Etnoporno: explotación sexual a mujeres indígenas

Etnoporno: explotación sexual a mujeres indígenas

Existe muy limitada información sobre el etnoporno por parte del gobierno, así como estadísticas o documentación en general de las víctimas.

5 de abril de 2024

POR María Alejandra Kildares Eulogio

Publicado por primera vez, 02 de febrero de 2023

 

No es un secreto que, la industria pornográfica es un espacio de violencia que puede empezar desde la manipulación y llegar hasta la explotación. Si bien hay mujeres que están en la industria pornográfica porque así lo han deseado (y que merecen respeto por ello), es innegable que en un mundo machista y patriarcal, ninguna industria se salva de desarrollarse dentro de estos factores.

La violencia digital y su relación con la trata sexual ha sido un tema que se ha visibilizado más en los últimos años. En relación con esto, desde el 2018 los colectivos feministas han alertado sobre el “etnoporno”, un tipo de pornografía que utiliza como fetiche a las mujeres y niñas indígenas, provocando que sean víctimas de abuso y de redes de trata de personas con fines de explotación sexual.

El Frente Nacional para la Sororidad (organización feminista que lucha contra la violencia sexual en la red), documentó que en Chiapas durante el periodo de diciembre de 2018 y febrero de 2019, más de 800 videos publicados de mujeres y niñas no tenían el consentimiento de hacerse públicos. Encima de esto, las mujeres indígenas son las más afectadas por delitos de violencia digital dada por la desigualdad que presentan tanto en el ámbito económico como en el cultural y en el acceso a la tecnología.

Muchas indígenas jóvenes van desde sus comunidades a la capital de Chiapas en busca de una mejor vida; sin embargo, al no contar con redes de apoyo, pueden llegar a estar en una situación donde son vulneradas, y pueden optar por el trabajo sexual. La activista Olimpia Coral señala que muchas indígenas no saben que tienen derecho a la intimidad, al placer o al sexo. Incluso menciona que, lamentablemente, su manera de pensar es que al crecer deben ser utilizadas de distintas formas, para parir y amamantar. Asimismo, es importante recordar que la mayoría de las indígenas no cuentan con acceso a Internet, por lo que ni siquiera tienen el conocimiento de que esos videos se difunden o, incluso, de que llegaron a ser grabadas. 

La realidad es: si no hay consentimiento, hay violencia sexual. “Incluso aunque fuera una trabajadora sexual que aceptó ser grabada por uno de sus clientes, eso no quiere decir que haya dado su permiso para que se comercie con su cuerpo infinitamente”, mencionó Olimpia Coral a la BBC en 2020. No porque sean trabajadoras sexuales significa que automáticamente las puedan grabar sin preguntarles, sin su consentimiento, y mucho menos que esta grabación se difunda en Internet.

Por otro lado, existen indígenas menores de edad que son víctimas del etnoporno, los pederastas pueden llegar con “regalos”, como celulares, para después convencerlas de grabarse a ellas mismas o enviar fotos desnudas. Estas indígenas menores de edad no solo son víctimas de violencia digital, sino también de grooming, manipulación y abuso psicológico. En muchos casos, las menores son obligadas a complacer fetiches de otras personas.

En páginas pornográficas se encuentran títulos sexualizados que hacen referencia a la población de las chamulas, una de las comunidades indígenas más grandes de Chiapas Asimismo, estos videos en los que se explota a las indígenas se encuentran circulando como películas piratas, en especial en los principales kioscos de los municipios del estado.

Actualmente, existe muy limitada información sobre el etnoporno por parte del gobierno, así como estadísticas o documentación en general de las víctimas de este tipo de pornografía.

El etnoporno es una de las muchas violencias “silenciosas” que ocurren en México y que debe seguirse visibilizando.

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