A veces nos piden tanta congruencia, que nos alejan de los puntos medios que son tan importantes en nuestro proceso de crecimiento
5 de abril de 2024
POR Tania Naanous
Este artículo no va a complacer a nadie. Es uno de esos que invita a las dudas, al cuestionamiento y a aceptar los grises, las ambigüedades y hasta las contradicciones. Y es que, a ningún movimiento social le han pedido tanta congruencia como al feminismo.
María Clemente, diputada transgénero de Morena, ha sido parte de las turbulencias políticas de estos meses. No solamente es una diputada transgénero —lo cual ha generado molestia a los sectores más radicales de las feministas y a los más conservadores—. Además, es una trabajadora sexual y, en los últimos días, ha subido vídeos sexuales a sus redes sociales, enfrentándose a críticas sobre absolutamente todo; el trabajo sexual, el ser una mujer trans, el ser una diputada, entre muchos otros elementos correspondientes a su persona.
Me considero una mujer feminista y estoy a favor de que las mujeres puedan hacer con su cuerpo lo que les plazca, pero tengo que confesar que al ver los videos sexuales me quede anonada, a lo mejor por ideas moralistas que nos meten en la cabeza desde que nacemos, o por ideas tradicionaales de lo que pensamos que las mujeres, las trans o las diputadas deben ser.
Pero los vi y trague saliva, pensando cuál era mi opinión sobre esto. Después, pude ver las entrevistas y comunicados que salieron desde la cuenta de Twitter de la diputada. Y parte de lo que menciona —no sin antes ser bastante agresiva en varios aspectos, cosa que ya es común ver dentro de los espacios feministas— es que su cuerpo es suyo y tiene derecho a hacer con él lo que le plazca y es que, al final, tiene toda la razón.
Mi postura en el tema de las mujeres transgénero es clara, soy una feminista que se considera “interseccional” —lo que quiera decir eso en la base teórica el día de hoy—. Para mí, las mujeres trans son mujeres y tienen derecho a vivir y expresar su identidad como les parezca mejor. Lo que pienso sobre el trabajo sexual es más gris.
Voy a comenzar explicando un poco sobre esto. Para las feministas más radicales o quienes están bajo un paraguas socialista, la prostitución no es un trabajo y, si lo fuera, es uno que cae bajo el capitalismo, el cual termina siendo violento. Para estos grupos, la prostitución es una combinación perfecta entre patriarcado y capitalismo. Mientras que para las alas más liberales e interseccionales del feminismo el trabajo sexual es un trabajo como cualquier otro y, por ello, debe de ser regulado y aceptado. Además de que apela a la autonomía de cada persona.
Mi opinión sobre esto es una combinación de ambas, y es que yo creo que pocas mujeres toman la decisión de vender su cuerpo de manera completamente independiente. Creo que, para que esa decisión sea completamente libre, no debe de haber un factor de necesidad económica detrás de esa motivación, pero estoy segura que en la mayoría de los casos la hay. Conozco mujeres que venden su cuerpo por un galón de leche; y sí, fue la decisión que tomaron para sobrevivir y alimentar a su familia en vez de ser cajeras con el salario mínimo, pero ¿fue una decisión basada en el consentimiento? Para mí no lo fue, y es por ello que pienso que la mayoría de las trabajadoras sexuales viven una violencia estructural extrema, permeada por el sistema económico y político actual, así como por el patriarcado.
Pero, aquí es donde entra la ambigüedad de mis argumentos. Aún sabiendo todo esto, creo que el mundo en el que vivimos es el que es. Debemos cambiarlo, sí. Pero la prostitución lamentablemente no se va a ir pronto. Así que sí creo que la mejor decisión para las mujeres que ejercen el trabajo sexual es regularlo; además, sí creo que aún siendo una decisión basada en violencia estructural, sigue siendo una decisión.
Hay muchos aspectos de lo sucedido con la diputada María Clemente que personalmente me parecen cuestionables, pero creo que ese es un problema mío y que es parte de la ambigüedad e incongruencia que tengo en torno al trabajo sexual y a la pornografía. Pero, como ella lo menciona en muchas ocasiones en su declaración: su cuerpo es suyo, no del Estado. Me parece que a muchas personas no termina de quedarles claro eso. Pero, es que piden tanta congruencia, que muchas veces nos alejan de estos puntos medios que son tan importantes en nuestro proceso de crecimiento. Hoy, abracemos los grises, el derecho a la duda y a la ambigüedad, hoy permitámonos vivir nuestros procesos.