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Machismo, el faro oculto de la religión

Machismo, el faro oculto de la religión

En la lucha contra el machismo tenemos que enfrentarnos a muchas personas, pero hoy podemos hablar del tema con personas que luchan con nosotras.

5 de abril de 2024

POR María Luna

Publicado por primera vez, 28 de octubre de 2022

 

Ser mujer nos ha generado miedo por muchos años, ser mujer nos vuelve vulnerables ante la sociedad, ante culturas y religiones. Como mujeres hemos sufrido discriminación por parte de los hombres y, tristemente, de las propias mujeres también.

En la lucha contra el machismo tenemos que enfrentarnos a muchas personas, sin importar qué sexualidad tengan, pero el día de hoy, con todas las herramientas que nos han llegado, podemos hablar del tema con un respaldo de personas que nos escuchan y luchan a nuestro lado. Al abrir la caja de Pandora y decir lo que una mujer vive y el miedo con el que camina día a día, sea por su misma casa o por las calles más oscuras, nos ha dado de qué hablar.

Es por eso que el machismo dentro de las religiones y las culturas causa tanto conflicto, ya que lo fomentan nuestras propias raíces. Si ponemos en el buscador de internet “machismo”, una de las principales búsquedas es: “machismo y religión” y “machismo en las culturas”; todos hablamos de la religión musulmana por considerarse la más machista, pero ¿en realidad es así? ¿en realidad es la única? No. Me atrevo a decir que todas las religiones hacen menos a la mujer, permitiendo y fomentando que el hombre se sienta superior, permitiendo que el hombre se refugie en sus tradiciones para alzarle la voz a la mujer, mandarla o incluso lastimarla “porque se lo buscó o porque lo merece”. El machismo ancestral va de la mano y fomenta nuestras religiones y culturas.

Génesis 3:16 (Dios a Eva) 

“Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará”. 

Yo como mujer que amo a mi país, mi cultura; creo en Dios y amo mi religión; también creo fiel y tristemente que, a pesar de que nos ha dado los regalos más grandes, también nos ha generado moretones, los que a veces con maquillaje se cubren y otros que no son visibles para los demás, estos forman parte de la misma moneda, cada uno con su cara y su tarea. 

Una de las religiones que más me ha llamado la atención a lo largo de mi vida, con mensajes tan increíbles para ver la vida y siempre buscar la felicidad, me rompió el corazón cuando descubrí que su fundador dijo “la mujer es mala, cada vez que se le presenta la ocasión pecará”. Siddhartha Gautama, el fundador del budismo, y uno de los sabios más seguidos de todo el mundo, criado por su madre y un padre agresivo, generó una religión que busca la paz, aunque siempre desde el ángulo de la superioridad del varón. 

Gracias a que las mujeres se cansaron de ser oprimidas, lastimadas, agredidas, golpeadas, abusadas, etcétera, y alzaron la voz, han surgido cambios positivos en las religiones y culturas, pero todo al costo de una guerra interior y exterior, dejando marcas de guerra, traumas y una historia machista. 

A la sociedad nos ha costado dejar de normalizar los actos violentos y agresivos, lo vemos como parte de una persona, parte de algo que hemos aprendido por nuestros padres y madres, nos hemos dejado lastimar y aplastar por mucho tiempo y, a pesar de tener la educación y el respaldo para salir, nos atoramos. 

Por eso, llegó el momento de crear una red de apoyo, en donde las mujeres se sientan seguras y protegidas por los hombres que la rodean; que ni una mujer más tenga miedo de su novio, de su esposo, de su papá, de sus amigos, de desconocidos; que una mujer pueda dar un abrazo sin sentir miedo o asco, que podamos discutir y dar debates u opiniones, sin tener miedo a las reacciones. Llegó el momento de dar una guerra de paz para generar seguridad en nosotras, hacerlo por nuestras madres, nuestras hijas, hermanas, amigas y también por las desconocidas quienes, sin saber, son nuestras hermanas.

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