A todas las madres buscadoras, sepan que otras las vemos, las pensamos, las recordamos y las acompañamos en su desesperanza.
19 de mayo de 2025
POR Pía Gómez Robledo
Este 10 de mayo de 2025 celebramos tanto en México como en otras partes de América Latina el famosísimo Día de las madres. Ese día que en mi infancia no me representaba nada porque daba por sentados los esfuerzos que hacía mi mamá todos los días por criarme, cuidarme, alimentarme y quererme. No había vivido todavía un embarazo, un parto, las noches sin dormir ni la ternura de escuchar primeras risas. Ahora entiendo por qué se celebra. Este año, igual que miles de mujeres, pedí ser festejada y celebrada por haber traído vida al mundo y por estarme quedando calva en el proceso de cuidarlo, criarlo y amarlo.
Pero esa mañana amanecí con un dolor interno y un frío en el alma que ni el café de la mañana ni las flores que me regalaron pudieron quitarme. Saber que miles de madres no iban a festejar ese día porque ellas no tienen el lujo de saber dónde están sus hijos e hijas.
Ya viví el de repente voltear, no ver a mi hijo por un instante y sentir un sobresalto del corazón por la angustia y el horror de pensar que algo le pudo haber pasado. No puedo imaginarme, no puedo intentar poner en palabras la sensación tan angustiante de no saber dónde está mi hijo por más de un momento. Algunas de estas madres llevan días, semanas, meses y otras AÑOS sin saber dónde están esos bebés que ellas crearon y trajeron al mundo. No saben quién se los llevó, en qué circunstancias, por qué, a dónde, para qué y para quién… No saben si tienen hambre, frío, calor, si mantienen la fuerza o ya perdieron la esperanza. No tienen idea si todavía respiran o si ya descansaron.
Se me hace un nudo en el estómago de saber que coexisten estas realidades en México. Por un lado, el gozo, los regalos, los abrazos, la comida con familia y amigos, los millones de pesos que se mueven ese día en ventas y restaurantes; y, por otro lado, el silencio, el dolor que invade cada rincón del cuerpo, la rabia que no encuentra ya fuerzas ni para gritar y la peor de todas, la incertidumbre permanente.
Estas palabras son para ellas, para decirles que desde el fondo de mi corazón lo siento. Siento que tengan que despertar todos los días con ese dolor mientras yo me despierto y veo la sonrisa de mi bebé. Siento que nuestro Gobierno de mierda no pueda darles respuestas. Siento que hayan tenido que venir al mundo a experimentar tanto caos, injusticia, rabia, frustración y dolor. Siento tantísimo que cada año tengan que conmemorar el día desde la desolación y no desde la felicidad. Siento muchísimo que nuestra sociedad indiferente y capitalista no reconozca lo que están viviendo y ese dolor colectivo pase desapercibido.
Quiero de alguna manera acompañarlas y hacerles saber que las veo, las pienso y las recuerdo en un día tan oscuro para ellas. Quiero saber que, si algún día me encuentro en la misma situación desgarradora que ellas, que contaré con sus abrazos, sus oídos, sus manos y esa solidaridad entre mujeres que no necesita palabras.
A todas las madres buscadoras, sepan que otras las vemos, las pensamos, las recordamos y las acompañamos en su desesperanza. Y que la herida tan profunda que llevan en el alma no les quita el poder de conmemorar el 10 de mayo desde otro lugar.
Por un día de las madres más incluyente y consciente.