Los medios de comunicación tienen el poder de nombrar y, por lo tanto, tienen el poder de influir e informar al público. En este contexto, los medios subrepresentan y tergiversan a las mujeres en la arena política.
29 de julio de 2024
POR María Muriel
“Nombrar marca la diferencia entre la agencia y la subyugación, y quien tiene el poder de nombrar, tiene el poder de influir en corrientes enteras de discurso” (Van Halsema, 2019). Los medios de comunicación en nuestra realidad tienen el poder de nombrar y, por lo tanto, tienen el poder de influir e informar al público. En este contexto, los medios subrepresentan y tergiversan a las mujeres en la arena política, lo que afecta sus posibilidades de ser elegidas. Incluso una vez elegidas, sus posibilidades de avanzar en sus carreras políticas están muy influenciadas por la forma en que son retratadas por la prensa.
El lenguaje es una parte fundamental de una sociedad; la forma en que nombramos y discutimos a las personas refleja lo que pensamos y cómo actuamos hacia ellas. Respecto a las mujeres en la política, los medios tienen el poder de romper o reforzar los estereotipos de género. En lugar de centrarse en la experiencia y las competencias de las candidatas, la prensa tiende a destacar la relación o el estado civil de la candidata, enmarcándolas así como candidatas menos viables que los hombres.
Un ejemplo significativo de esta dinámica es Angela Merkel como canciller. En Alemania, el rol de canciller siempre había estado dominado por hombre, y eso era lo esperado, porque ¿quién más podría asociarse con un rol de poder? Así, Merkel se convirtió en una mujer que desempeñó un rol incongruente con su género. Es interesante cómo los medios, consciente o inconscientemente, identificaron esta incongruencia y trataron de solucionarla de alguna manera domesticando el rol de canciller (Van Halsema, 2019). Esto se logra perpetuando ciertos estereotipos que plagan la carrera de las mujeres profesionales: el estereotipo del ‘infante’ basado en la idea de que las mujeres son parte del sexo débil y necesitan que los hombres las protejan, y el estereotipo de la ‘madre’ que disminuye a las mujeres y sus posiciones asociándolas con la madre regañona e histérica a la que nadie quiere escuchar (Van Halsema, 2019).
El primer estereotipo se dio cuando los medios se refirieron a Merkel como la ‘Hija del Pastor’, intentando devaluar sus habilidades y enfatizando temas de obediencia, vulnerabilidad y dependencia (Van Halsema, 2019). Al usar este término para referirse a Merkel, los medios quitaron la connotación de poder y autoridad al rol de canciller. Otro ejemplo de este estereotipo aparece cuando Hillary Clinton estaba haciendo campaña para la nominación demócrata para presidente, porque aunque nadie dudaba de sus capacidades, constantemente se la retrataba como guiada o dependiente de su esposo (Dowd, 2008).
Si esto no fuera suficiente, a Merkel también se la llama ‘Mutti’ (mamá en español), un término que Van Halsema (2019) explicó: “busca recontextualizarla en un rol doméstico, en lugar de uno de poder”.
No importa cómo una mujer se conduzca en la arena política, será castigada por tratar de desempeñar un rol incongruente con su género. Incluso el título de canciller, la forma más alta de representación política de un país, se distorsiona al ser retratada como una madre regañona. Pero en cambio si un hombre está haciendo el mismo trabajo, es un líder digno de seguir y admirar.