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El androcentrismo desde el esqueleto

El androcentrismo desde el esqueleto

La exclusión sistemática de las mujeres en la construcción del conocimiento es una manifestación de la violencia inherente a una realidad androcéntrica. Sin embargo, es posible desafiar y transformar estos paradigmas.

29 de abril de 2024

POR María Muriel

A lo largo de la historia, se ha construido una realidad que sistemáticamente excluye a la mitad de la población, lo que inevitablemente conlleva a manifestaciones de violencia y dominación. La medicina como todo otro espacio científico inevitablemente replica estas prácticas.

 

Hasta 1733 nadie se había interesado en publicar una imagen del esqueleto femenino. Esto porque para aquellos que tenían la capacidad y el espacio para crear, no les parecía relevante, ni que fuera necesario plasmar el esqueleto femenino (Ramos y Saucedo 2010). Lo que era digno y existía era el cuerpo masculino que tomaba la significación del cuerpo humano. Todo en la medicina se construyó a partir de la universalidad que era representada como lo masculino.

 

Esta primera imagen del esqueleto femenino estaba atravesada por los prejuicios de género. Los anatomistas que crearon este primer esqueleto femenino lo hicieron teniendo en mente el “cuerpo ideal” de la mujer. Mismo que se representó “con una pelvis tan grande como se podía encontrar, un cuello delgado, una caja torácica pequeña y un cráneo relativamente pequeño” (Ramos y Saucedo 2010, 245).

 

Esta construcción del “cuerpo ideal” de la mujer se tomó como la realidad absoluta, y esta interpretación sesgada y errónea del cuerpo femenino, llevó a los científicos a concluir que como el “cuerpo femenino” se asemejaba al cuerpo de un niño, esto dejaba en evidencia la inferioridad de las mujeres (Ramos y Saucedo 2010). 

 

El esqueleto es sólo un ejemplo pero la visión androcentrista es una constante en nuestra realidad, para poder superar estas exclusiones tenemos que crear desde perspectivas incluyentes, como bien lo establece la epistemología feminista que  “se encarga de analizar la forma en que la categoría género impacta en aquello que llamamos conocimiento científico, y las maneras en que dicho conocimiento discrimina a las mujeres y a los sujetos feminizados al limitar su participación, representarles y justificarles como inferiores” (Chaparro 2020, 15).

 

La epistemología feminista, además, desafía la noción de que el conocimiento objetivo y neutral es posible, mostrando cómo las suposiciones culturales y de género influyen en la construcción del conocimiento. Al reconocer y desafiar estas suposiciones, la epistemología feminista busca promover una comprensión más completa y justa del mundo, que incluya todas las perspectivas y experiencias, no solo las de una parte de la población.

 

En conclusión, la exclusión sistemática de las mujeres en la construcción del conocimiento, como se evidencia en el caso del esqueleto femenino en la medicina, es una manifestación de la violencia inherente a una realidad androcéntrica. Sin embargo, mediante enfoques como la epistemología feminista, es posible desafiar y transformar estos paradigmas excluyentes hacia una búsqueda más inclusiva y equitativa del conocimiento científico.

 

Amneris Chaparro Martínez. 2020. «Feminismo, género e injusticias epistémicas». UNAM CIEG 62: 1-23.

 

Luciana Ramos y Irma Saucedo. 2010. «La agresión y la violencia de género en seres humanos». En Agresión y violencia: cerebro, comportamiento y bioética, 231-69. México: Herder.

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