El autocuidado trasciende el individualismo: es una práctica consciente que refuerza redes comunitarias, desafiando sistemas patriarcales. Para las mujeres, cuidarse representa un acto subversivo y político que reclama humanidad y bienestar propio.
16 de diciembre de 2024
POR Tania Naanous
“En un mundo que explota el trabajo de las mujeres, su descanso es resistencia” - Farida D.
Esta frase como muchas otras nos resuenan en un mundo de constante “hacer, hacer y hacer”, el autocuidado ha sido visto como un método de resistencia.
En estas fechas navideñas, no paramos de ver ventas de kits de autocuidado, masajes, spa. El término "autocuidado" suele relacionarse con prácticas superficiales de bienestar, como masajes o visitas a spas o kits sin sentido . Sin embargo, su significado va mucho más allá, abarcando un enfoque integral hacia nuestra salud física, mental y emocional. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autocuidado es "la capacidad de individuos, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener el bienestar y afrontar enfermedades o discapacidades, con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica". Esta definición nos invita a ver el autocuidado como una práctica activa y consciente que trasciende lo individual e involucra el fortalecimiento de nuestras redes y comunidades.
El término de autocuidado fue acuñado por Audrey Lorde (1988) “el autocuidado no es autoindulgencia, es autopreservación y un acto de batalla política”. El autocuidado en su forma más profunda es una revolución individual básica para conseguir los objetivos colectivos.
Para las mujeres, el autocuidado es un acto profundamente subversivo. Vivimos en una sociedad que históricamente ha esperado de las mujeres entrega incondicional: que lo den todo por amor a sus hijxs, parejas, padres o cualquier otra persona, mientras que cuidar de sí mismas es visto como egoísmo o falta de compromiso. En este marco patriarcal y deshumanizador, el rol femenino se ha reducido en su mayoria a cuidar a otras personas, dejando poco espacio para que las mujeres se reconozcan y prioricen su bienestar.
Este sistema se ha beneficiado de mujeres agotadas y mentalmente saturadas, especialmente aquellas que luchan por la igualdad, los derechos y la justicia social. El agotamiento minimiza su capacidad de acción. En este contexto, el autocuidado se convierte en un desafío directo al status quo. Pasar de únicamente cuidar a las demás personas cuidarnos a nosotras mismas no es solo un acto personal; es una declaración política. Es reafirmar nuestra humanidad y reclamar un espacio que históricamente se nos ha negado: el derecho de existir y prosperar por nosotras y para nosotras.
Pero, ¿qué pasa cuando el capitalismo coopta un concepto increíblemente transformador y colectivo lo hace parte de su mercadotecnia de venta y lo individualiza?
Todo esto ha sido impulsado porque el mercado ha encontrado en este sector una fuente lucrativa, segura y altamente adictiva. Estas prácticas bien aceptadas socialmente que no cuestionan el sistema hegemónico. Por el contrario, refuerzan dinámicas de individualismo, inmovilismo social y, sobre todo, consumismo.
Entonces, ¿es malo consumir productos o servicios relacionados con el autocuidado? La respuesta no es tan simple: no es ni bueno ni malo. Sin embargo, deberíamos cuestionarlo con más profundidad, más cuando una palabra tan transformadora se ha utilizado como un concepto comercial.
El agotamiento laboral o mental no se soluciona simplemente con un kit de autocuidado o encendiendo una vela aromática. Estas prácticas, aunque puedan ofrecer momentos de alivio temporal, no abordan las raíces profundas del problema. Hemos caído en la narrativa de que con pequeños gestos individuales podemos superar el desgaste que genera un sistema mucho más complejo y estructural.
Me pregunto, ¿quién cuida a quienes cuidan? o ¿quién acompaña a quiénes acompañan? Después de terminar un año más en completo agotamiento, me pregunto de qué forma podemos generar cambios de manera colectiva. Mi proposito de 2025 es el mismo que el de hace tres años, priorizar mi descanso y bienestar emocional. Pero como podemos ver, esto es mucho más complicado de lo que parece. Solo espero que las situaciones estructurales comiencen a cambiar para que de esta forma, podamos lograr de manera conjunta un verdadero autocuidado.